martes, 24 de abril de 2007

Lo que no deber ser y lo que debe ser nuestro Congreso Nacional por el Cambio


Introducción

Entre los años 1966 y 1967, el partido se debatía acerca de las relaciones con le gobierno y el ritmo y rumbo de la “Revolución en Libertad”. Inquietud y divisiones había en nuestras filas. Por eso puede ser interesante lo que Jaime Castillo Velasco, a agosto de 1966, y de cara al Congreso del Partido de aquel año, escribió en Política y Espíritu. Se trata de un artículo de “Trinchera política”. [1] En él expresaba que este no debía ser un Congreso de índole doctrinaria, ni polémico ni orientado hacia una lucha de fracciones y hacia una propaganda en torno a futuros dirigentes. Lo que debía ser era un congreso programático para fijar las metas de los próximos años. Estábamos en el gobierno y se trataba de acordar un diagnóstico y de fijar tareas – hoy día diríamos políticas públicas – claras y decisivas. Aclaro que cualquiera parecido con la realidad es mera casualidad.

¿Por qué no debía ser doctrinario?


Don Jaime decía “A la altura en que nos encontramos, la Democracia Cristiana es un movimiento doctrinariamente definido y con perfiles bien acusados (…) (…) Estimulemos, a partir de este Congreso, el análisis de la doctrina comunitaria, resolvamos las diferencias y tomemos las medidas del caso, pero no hagamos de un punto doctrinario el tema básico del próximo Congreso.

¿Por qué no debía ser polémico?


Plena actualidad tienen estas palabras del Maestro. “La polémica destruye el avance del pensamiento común. Algunos camaradas creen que plantear debates y analizar errores es una tarea vinculada al espíritu polémico. No lo pensamos así. Se trata, por el contrario, de partir de los hechos (errores o aciertos), aprender de ellos, sacar las consecuencias aleccionadoras y pensar las maneras concretas e inmediatas de dar solución a las dificultades. Eso no requiere ni un solo incidente, ni una sola voz airada”.

¿Por qué la lucha de fracciones?


Don Jaime nos advertía que por la vía del enfrentamiento fraccional “el Congreso corre el peligro de transformarse en un mero escenario para las candidaturas a la Presidencia del Partido. Los delegados llegarían allí solo a preparar el terreno para lograr una victoria interna. Pero, a nuestro juicio, eso no tiene sentido. Este Congreso se hace para otra cosa: la lucha de sectores o fracciones, para “tomar el poder” dentro del Partido sería un acto de suicidio”.

¿Qué debía ser nuestro Congreso?

Para don Jaime ganar el Congreso Nacional era fortalecer al partido y acordar las grandes tareas nacionales de reforma social, de “Revolución en Libertad” apoyando a Eduardo Frei Montalvo.

Para Don Jaime se trataba “de tener un torneo programático. En efecto, el II Congreso Nacional se verifica a casi dos años de estar el Partido en el poder. Su tarea esencial es la de gobernar. Debe prepararse mejor para ello y fijar las tareas que han de cumplirse en el período correspondiente, esto es, hasta el término del Gobierno del Presidente Frei. Eso es todo. Y por cierto, es mucho. La vía del desarrollo social no capitalista, en las condiciones de la sociedad capitalista de 1966, debe quedar configurada en sus líneas esenciales”.

Este debate debía fijar las grandes tareas del partido y del gobierno los próximos años, pues “Esta base común debe ser adecuada al hecho que el Partido está ahora en el Gobierno. Las relaciones entre el aparato gubernativo y el aparato partidario han de mantenerse en forma muy estrecha y constante. Pero no cabe duda de que la ejecución misma de la tarea corresponda más al Gobierno que al Partido. La responsabilidad oficial es de aquel”.

Sin embargo, don Jaime señalaba también algo que hoy es especialmente cierto, pues si bien estamos en el gobierno, no es una mujer de nuestras filas la que ocupa el sillón presidencial. “La tarea democratacristiana sobrepasa el período del actual Gobierno. Este, sin duda, sabe que debe resguardar el futuro, pero necesita pensar su labor presente casi como si ella fuese la realización completa del ideal, a fin de que tenga verdadera eficacia. Por eso la necesidad de avizorar el futuro, de dejar libre la perspectiva hacia delante corresponde más al Partido que al Gobierno”.

¿Qué les parecen estos apuntes para reflexionar y deliberar?

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