lunes, 25 de junio de 2007

Hay capacidad para crecer 6% este año y el próximo



RICARDO FFRENCH-DAVIS, PRESIDENTE DE LA COMISIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL DE LA DC
“Hay capacidad para crecer 6% este año y el próximo”


Ricardo Ffrench-Davis, presidente de la comisión económica y social de la DCA juicio de uno de los principales referentes económicos de la Concertación, la flexibilización de la regla de superávit estructural “es un gran paso”, aunque pone énfasis en la responsabilidad de la autoridad monetaria para incentivar el desarrollo productivo y mantener un tipo de cambio competitivo.

Las últimas cifras mensuales de actividad económica han renovado el optimismo entre los expertos, quienes concuerdan de forma mayoritaria que este año la actividad crecerá sobre el 5,5%. Esta confianza la comparte Ricardo Ffrench-Davis, presidente de la comisión económica y social de la Democracia Cristiana y uno de los referentes concertacionistas en la materia. Desde su perspectiva centrada en el desarrollo productivo y social, con una crítica fundamentada al enfoque monetarista de corto plazo, sostuvo que uno de los “grandes avances” que ha adoptado el país en el último tiempo ha sido, manteniendo el principio de balance estructural, rebajar la meta de superávit fiscal en 0,5% del PIB. Además, pone énfasis en la importancia de utilizar adecuadamente los mayores recursos que implica el incremento del gasto fiscal, principalmente en inversión productiva y social.

-¿Comparte el optimismo respecto al crecimiento que tendremos este año?

-Tenemos una economía que todavía tiene espacio significativo para reactivar durante este año y el próximo. Mientras tanto debemos crear más rápido nueva capacidad productiva, y para eso tenemos que invertir más y difundir productividad. Este año se ve favorable, los impulsos fiscales son todos favorables, incluso podrían ser un poco más vigorosos. Tenemos espacio para eso, porque no estamos en una economía con pleno empleo.

Si no hay sorpresas fuertes podemos tener un desempeño dentro de lo proyectado. Y si se da el escenario más favorable, con lo del gas tranquilo y se acelera el aumento de oferta, podemos tener un crecimiento aún más elevado. Nuestra capacidad perfectamente da para el 6% este año y el próximo.

-Usted fue una de las voces que abogó por un aumento del gasto fiscal para dar un impulso a la economía. ¿De qué forma evalúa la decisión de reducir la meta de superávit estructural en 0,5%?

-La regla de balance estructural es un gran avance en la calidad de la política fiscal. Es una continuidad de la disciplina y orden fiscal que existió en los primeros años de la Concertación. No es un cambio radical, pero sí es una formalización de una práctica que ya venía. Otro tema es el del 0,5%. Desde 1999 teníamos vacas flacas en el funcionamiento de la economía real, porque hemos estado con subutilización del trabajo y de capital; es evidente que las pequeñas empresas todavía están con una demanda global inferior a su capacidad.

El problema es que el 2006 se nos agrandó esa brecha. Quienes realizan proyecciones concordaron que se iba a crecer 5,7%, pero el PIB llegó sólo a 4%. Eso significa que dejamos de producir cerca de 2 mil millones de dólares.

Existen dos interpretaciones de por qué pasó eso. La interpretación neoliberal y de la oposición es que el Gobierno llenó de “lomos de toro” la economía, pues no la dejó crecer y producir. ¿Existieron menos lomos de toro cuando crecimos al 6% en 2004 y 2005? La respuesta es no. La situación es relativamente parecida, las virtudes y defectos de la economía chilena siguen vigentes; es una economía en desarrollo que tiene que seguir corrigiendo cosas. ¿Qué pasó? Fue un factor macro, el insuficiente gasto. Por eso el año pasado en la comisión económica y social de la Democracia Cristiana propusimos un ‘shock’ reactivador y que se aumentara la inversión pública en desarrollo productivo e inversión social.

-Para el Ministerio de Hacienda, problemas puntuales en la minería y el sector energético fueron los factores que explicaron la desaceleración...

-Esos fueron hechos localizados, se produjo un ‘shock’ negativo y esa es una realidad que no se puede desconocer. También hubo problemas con el gas, pero a estos elementos se les mete número y resultan una explicación muy secundaria. El grueso de la falencia en 2006 es la insuficiente demanda. Existió una demanda deprimida y eso tiene que ver con política fiscal, pero mucho más con política monetaria. Lo que pasó es que la autoridad monetaria se apresuró al subir la tasa de interés prematuramente, cuando todavía faltaba mucho para acercarnos al techo productivo. Cuando nos acercamos al techo hay que empezar a frenar para que lleguemos a una velocidad sostenible, sin embargo se empezó a frenar dos años antes. Al leer las declaraciones de los que hacen predicciones hay unanimidad en que estamos en la llanura del 5,8%, en lugar del 4%, gracias al gasto fiscal. Esto implica reconocer que faltó gasto fiscal y políticas monetarias activadoras, es decir, no subir la tasa de interés.

Tipo de cambio

-Aunque el valor del dólar ha mostrado un alza en las últimas semanas, las pymes exportadoras siguen manifestando su preocupación por el valor del tipo de cambio. ¿Se ha hecho lo suficiente para aislar los efectos que genera en el mercado el elevado precio del cobre?

-El Gobierno ha acumulado cerca de 8 mil millones de dólares producto del alto valor del cobre, recursos que a fines de 2008 pueden llegar a 20 mil millones de dólares, y no han entrado a la economía, sino que los tiene guardados fuera del mercado local. El problema del mercado cambiario no está ahí. Este mercado opera con visiones de muy corto plazo, los actores se influencian mucho con las informaciones del día o de la semana y eso es malo para los exportadores. Yo quisiera un mercado cambiario que esté fundamentalmente determinado por la oferta y la demanda de dólares de la economía real. Lo que nos interesa es la tendencia del mercado cambiario, que es lo relevante para los exportadores, que son los ‘productores’ de dólares y al respecto, el mercado ‘libre, libre’, funciona muy mal.

-¿Y cómo se logra modificar la tendencia del tipo de cambio?

-Con una corrección de la política cambiaria. Se debe superar el planteamiento neoliberal de que no se puede ‘afectar’ al mercado. No se distingue entre los dos segmentos del mercado, que, por una parte, son los importadores, que usan dólares, y los exportadores, que producen dólares, y, por otra, los operadores financieros y especulativos. La primera, es la economía real que a mí me interesa, la del desarrollo productivo. La otra, de las platas que van y vienen durante el día, están muy influenciadas por el corto plazo y provocan estos ciclos de volatilidad, donde de repente el precio del tipo de cambio se dispara a 760 pesos, y después cae a 510. Eso es muy cortoplacista, no se mira situación de mediano y largo plazo, que es lo que debería hacer la autoridad macroeconómica. Pero esta autoridad ha sido débil, ha intervenido dubitativamente y asimétricamente. El que tiene la manija es el Banco Central, pues tiene la responsabilidad de la política cambiaria.

-Todos los caminos -tanto del tipo de cambio, como del crecimiento- llegan al Banco Central. Pero el objetivo de esta entidad es el control de la inflación. ¿Hay que abrir ese tema institucional?

-Hay un problema de nacimiento del Banco Central. Recordemos que Pinochet gobernó 16 años sin Banco Central autónomo y creó un instituto emisor con autonomía en sus últimos tres meses de Gobierno, cinco días antes de la elección presidencial de 1989. Y nació con los objetivos distorsionados, al tener como foco la inflación y excluir el crecimiento económico. El punto es que resulta mucho más fácil tener inflación baja sin crecimiento. Con inestabilidad en la economía real se puede tener estabilidad de precios. Ahí está el caso de Argentina de hace algunos años, con inflación cero y una crisis fenomenal. Lo mismo ocurrió en Chile durante los años 1981 y 1982. Lo más difícil y lo que se debe premiar es cuando persistentemente se obtiene inflación baja con crecimiento alto. Esto Chile lo logró entre 1990 y 1998, porque entonces tuvimos políticas más equilibradas, preocupadas explícitamente del empleo y de la inversión productiva, con una mejor armonización entre el Banco Central y Hacienda, ambos preocupados de conciliar objetivos. Pero desde entonces ha predominado más fuertemente la prioridad excesiva por la inflación. Su consecuencia fue una economía con cinco años de recesión, entre 1999 y 2003. Nadie puede decir, responsable e informadamente, que durante este período hubo equilibrio macroeconómico real, ya que teníamos miles de empresas medio paradas y cientos de miles de cesantes.

-Sin embargo, hay una decisión política de mantener los objetivos, porque la tecnocracia al final hace su labor...

-Pienso que no es el momento de abrir esa materia. Esto lo he planteado desde 1989, cuando salió la propuesta de Banco Central. Este es un tema estructural, que Chile debería corregir para una mejor macroeconomía del futuro, una macroeconomía para un crecimiento con equidad, que involucre inflación baja, pero no a costa de crecimiento. Hoy día yo concentro mi atención en que se invierta bien el medio por ciento liberado con la regla y contribuir a realizar concretamente, día a día, el gran anuncio de apoyo a las pymes. Ahí hay dos prioridades muy fuertes; concentremos los fuegos del Gobierno, de los partidos de la Concertación y del Parlamento en esas materias.

-Pese al plan de apoyo a las pymes que presentó el Gobierno, persisten muchos temores de los empresarios de menor tamaño...

-Los micro y pequeños empresarios tienen mucha razón de recordar el problema de 1999, porque fue muy doloroso para ellos y para Chile. Esa crisis les dejó un lastre y muchos años con la demanda recesionada. Existe la costumbre profundamente errada de decir que Chile tiene buena la macro y nos falta la microeconomía. En efecto, estuvimos cinco años con desequilibrios económicos muy notorios, muy fuertes. Hablar de equilibrio en esas circunstancias es no entender lo que es la macroeconomía, y por eso nosotros hablamos de corregir y perfeccionar la manera de hacer macroeconomía. Hay propuestas sustantivas del Gobierno para atenuar las inquietudes de las pymes. Incluyen el fortalecimiento de fondos de garantía; facilitar los traspasos de garantía y del impuesto de timbres y estampillas; esto es muy importante para facilitar la capacidad de negociación de las pymes. Muy distinta es la propuesta de la derecha de eliminar todo el impuesto de timbres y estampillas, lo que favorecería al 2% de los deudores bancarios, pero con una pérdida de 85% del ingreso fiscal, una propuesta regresiva y contradictoria con la lucha en contra de la desigualdad.

“NO PODEMOS TENER A LA ECONOMÍA COMPRIMIDA CUANDO EXISTEN ENORMES NECESIDADES”

-En su último Informe de Política Monetaria (IPOM), el Banco Central advirtió que cambios en la política fiscal tendrían como consecuencia ajustes en la tasa de política monetaria...

-El planteamiento del Banco Central está fuera de tiempo y dimensión. Si se modifica la regla, se modifica el número no el principio. Si se dice “abandono la regla y me gasto toda la plata del cobre” ahí podría tener razón el Banco Central. Sería un error tremendo para Chile gastarse diez mil millones de dólares en un año y eso tendría un impacto muy negativo en el mercado cambiario y en la inflación. Pero no estamos hablando de diez mil millones de dólares, sino de 650 ó 700 millones de dólares, y alguien con los pies en esta tierra tiene que distinguir entre esas dos cantidades. Liberar 700 millones de dólares es muy positivo para la economía chilena de hoy, diez mil millones de dólares sería muy negativo, por eso tenemos que tener un fondo de estabilización del cobre, pero cuidando que no nos pasemos de largo. No podemos tener a la economía comprimida cuando estamos bajo el techo productivo, cuando existen enormes necesidades de inversión en desarrollo social y tenemos recursos propios disponibles. El anuncio de reducir en 0,5% la regla de superávit es extraordinariamente positivo para el desarrollo y la estabilidad; sí, para la estabilidad de Chile.

-¿Es factible rebajar a cero la regla y alcanzar un equilibrio fiscal?

-Lo hemos propuesto persistentemente. El cero por ciento significa que se recogen dineros públicos y se gasta la misma cantidad, por lo tanto no se ahorra ni se desahorra y se mantiene todo el ahorro ya acumulado. Este ahorro, permite enfrentar muchos años de un precio bajísimo del cobre. Mi mensaje sería que ya se han acumulado fondos suficientes para cerca de un decenio de una debacle en el mercado del cobre.

Sin embargo, yo no abriría el debate en este momento, porque comparto la gradualidad y me parece bien la disminución de 0,5% ahora.

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